sábado, 19 de marzo de 2011

Lecciones

Muchas veces pensamos que tenemos la peor suerte del mundo, que no nos puede ir peor. Luego vemos el telediario o hablamos con alguien cercano y nos damos cuenta de que nuestros problemas son absolutamente absurdos... No soy de las que se preocupan, la verdad, pero ahora mismo necesito desahogarme, y a pesar de que hace mucho, muchisimo, que no escribo, creí que este era un buen sitio para hacerlo... Muchas veces perdemos la relación con personas cercanas a nosotros por motivos que, en un principio, nos parecen absolutamente imperdonables. Conforme pasa el tiempo vas pensando ¿Y de verdad era para tanto? El sentimiento de rabia y enfado inicial se convierte en tristeza y desilusión. Las personas en las que habías depositado tu confianza luego no han resultado ser dignas de ella, por lo que en ciertos momentos te acuerdas de los buenos momentos y la nostalgia te invade... Cuando de verdad pasan cosas importantes se supone que todo lo demás se olvida, que las pequeñas diferencias se hacen invisibles y crecen los sentimientos de unión y comprensión con las personas que menos te lo esperas. Pero no todo el mundo es igual.  Si cuando pasa algo verdaderamente importante las diferencias se acentúan esas personas no merecen la pena. No quiere decir que sean malas personas, simplemente que no son buenas para ti.


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